I.-
Nuestras vidas son miserables, de ello no cabe la menor duda. Pero la miserabilidad cotidiana de nuestra existencia es ocultada detrás del velo que las diversas representaciones proyectan, ocultando el verdadero horror de nuestras existencias diarias.
Nuestro nacimiento es el primer acto de sometimiento y de servidumbre que sufrimos y, que se profundizara aún más en un futuro muy cercano.
El poder, por intermedio de las multiplicidades de instituciones de dominio y de control social, nos inocula el virus del temor, del rebaño, y el de la cotidianeidad.
Hay que ser como todos, ese es el estereotipo que nos ordenan, no hay que salirse de las pautas fijadas, debemos cumplir el rol que la sociedad espectacular nos ha predeterminado, aún antes de nacer.
De casa al trabajo y del trabajo a casa, es un viejo adagio popular, que todos los Estados y el capital aplican, no vaya a ser que al desviarse del camino establecido, extrañas ideas puedan ser inyectadas en las mentes de los individuos / as, y que seguramente mucho efecto podrá ocasionar en aquellas individualidades que ha tenido la posibilidad de desvelar los distintos telones que la simulación espectacular monta, a los solos fines de su ejercicio controlador.
Pero, la fascinación que provoca los valores y los roles son muy poderosos Y, no por el sólo hecho de expresar que nos hemos desembarazados de los mismos, aquellos no ejercen en cierta manera de alguna influencia. Dichas pautas y roles deambulan como fantasmas al acecho de aquellas individualidades que han comenzado a rebelarse como individuos / as, iniciando el largo camino de negación y de ruptura de todos los valores, creencias y dogmas morales.
Este proceso negador genera incertidumbres. Ello es así, y no cabe la menor duda, ya que las incertezas, es donde anida los fantasmas, que pueden conducirnos a distintas variantes de pasividad, bajo la advocación de una nueva armonía o punto de equilibrio, que no es otra cosa, que el encadenamiento de nuestro ser a una nueva deidad secular, en reemplazo de la muerta.
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