La compañera Olga Ikonomidou se encuentra desde hace un mes y medio en régimen de aislamiento en la cárcel de Diabatá, a causa de negarse a consentir el control corporal. Dejando de lado los ridículos pretextos de los carceleros, que ya ni si quiera son capaces de convencer ni al más ingenuo, queda claro cómo la razón así como el objetivo de esta condena dentro de la condena, es la misma posición irreductible de la compañera, tanto si ésta se muestra mediante la negación a la humillación de la búsqueda corporal, como mediante cualquier otra manera. Con pocas palabras, todos estos días que Olga ha pasado en permanente vigilancia por el agujero de una cámara, en donde ostentosamente llaman “lugar de acogida”, no constituyen otra cosa más que la respuesta represiva del estado a su elección de mantener su posición política y su combatividad dentro de los muros.Más allá de cualquier simplificación sobre venganza, general e incierta, debemos tener presente como cada práctica represiva (tanto fuera como dentro de los muros) se incorpora y es explotada como una parte de la amplia estrategia represiva de la dominación, incluso cuando no está planeada deliberadamente. La política de conflicto multiforme que tiene lugar sin descanso en el marco de la guerra social, ya sea expresada a nivel colectivo o individual, pone en juego en cada faceta de ambos lados enfrentados: el coste político (o la ganancia) de su resultado y el precedente que ella crea.«Los sistemas totalitaristas recuerdan al patinaje artístico: complicadas máquinas precisas y por encima de todo inciertas. Debajo de la frágil corteza del orden está al acecho el helado kaos….y existen rincones donde el hielo es engañosamente delicado.»El ambiente dentro de los muros constituye una bomba de relojería con los seguros desbloqueados constantemente lista para estallar. La continua presión psicológica que padece cada uno a nivel particular proveniente de las condiciones de encierro puede – cuando no estalla entre los mismos presos o cuando no se descomprime autodestructivamente por medio de la heroína y los psicofármacos – convertirse en una fuerza destructiva con unos resultados nada deseados para el poder ( las cárceles se han quemado hasta sus cimientos por motivos aparentemente insignificantes). Para el mantenimiento del frágil orden dentro de estas condiciones, la tolerancia cero frente a cada tipo de rebeldía es necesaria – naturalmente combinado con los diferentes tipos de válvulas de descompresión-. En base a esta doble estrategia de control y represión es donde se considera extremadamente peligrosa la presencia de personas que no muerden el cebo ni caen en la trampa y que al mismo tiempo están decididas a provocar una ruptura tanto con los mecanismos como con las conciencias dentro de la cárcel. Conciencias radicales y prácticas rupturistas que al difundirse pueden tener como resultado la chispa que hará volar por los aires la aparente normalidad. Las instituciones penitenciarias de cada lugar saben todo esto muy bien, por eso están dispuestas allí dónde pueden a agotar la dureza con la que cuentan, teniendo como primer objetivo el propio simbolismo que trae consigo cada negación.
«…los terroristas no deben comunicarse entre ellos. Si un terrorista no se comunica con nadie morirá como pez en tierra firme…..si deshidratas a un terrorista aislándolo de sus fuentes ideológicas y espirituales entonces muere su parte revolucionaria, es decir, su lado destructivo…»
Desde la década de los 70 en adelante el régimen especial de encierro en aislamiento se convirtió en el método típico para castigar a los que se oponen políticamente a la dominación. Luchadores de todos los espectros del movimiento revolucionario vivieron en su pellejo esta tortura “civilizada”. En la mayor parte de los regímenes de la democracia burguesa, el mantenimiento de la máscara “democrática”, civilizada y “humana” constituye una parte orgánica de sus mecanismos sociales. El aislamiento llegó como el instrumento ideal (a causa de su naturaleza intangible, la cual permite guardar las apariencias, pero también de su efectividad científicamente probada por incontables experimentos militares) para la eliminación de su enemigo interno.
Más allá de cada exageración, se puede decir que el encierro en aislamiento constituye en este momento una recopilación de prácticas de castigos especiales.
En Grecia los condenados y los miembros de 17N son los únicos que se encuentran en este momento en este régimen de encierro especial de forma permanente. Sin embargo, el aislamiento prolongado durante meses constituía una práctica que se utilizaba ampliamente en el pasado (combinado con palizas y otros métodos de tortura) con el objetivo de conducir a los presos rebeldes a una extenuación física y mental. En los últimos años la transformación gradual de los métodos de control de la cárcel, con la introducción de los llamados “beneficios” a modo de chantajes y el establecimiento de la utilización de heroína y psicofármacos a escala masiva ha conducido a un relativo eclipse de éstas prácticas.
El restablecimiento del aislamiento prolongado en los últimos tiempos constituye – mucho mas que una simple regresión – el presagio de cómo se prepara el terreno para la creación de un referente represivo y de una “condena personalizada para garantizar el orden”, estableciendo el régimen de encierro especial como una condición permanente.
Asimismo no ha pasado mucho tiempo desde las propuestas del entonces jefe de la policía que entre otras se referían al traslado de todos los condenados por la ley antiterrorista en la galería especial que se construyó en Lárisa con el principal objetivo de “acoger” a los condenados de 17N.
Es obvio como el bando de la dominación desarrolla constantemente la estrategia represiva de explotar la fragmentación de nuestro bando y el clima generalizado de tensión predominante. Enfrente de estos métodos es necesario movilizar nuestras filas, manteniendo en claro el conjunto de los objetivos de los movimientos del enemigo. Esto es la creación del frente revolucionario multiforme que – más allá de una lógica centrada únicamente en la autodefensa – estará en posición de constituir el golpe de gracia al ya conmocionado régimen social.
« El negador no se arrepiente. Si preguntaran, otra vez, volvería a decir que no. Y sin embargo estará pagando ese no – el correcto – por toda su vida….»
SOLIDARIDAD CON OLGA IKONOMIDOU QUE SE ENCUENTRA EN AISLAMIENTO DESDE HACE UN MES Y MEDIO, AFRONTANDO EL COSTE DE SU POSICIÓN IRREDUCTIBLE.
Rami Syrianós
Cárcel de Lárisa.
http://barcelona.indymedia.org/newswire/display_any/448620
Testo di Rami Syrianos dalla prigione di Larissa in solidarietà con Olga Ikonomidou
“Ogni conflitto col potere, anche se parziale o minoritario, contiene in se stesso la stessa posta in gioco della guerra rivoluzionaria”
La compagna Olga Ikonomidou si trova da un mese a questa parte in isolamento nel carcere di Diavata, a causa del suo rifiuto della perquisizione corporale.
Lasciando da parte i ridicoli pretesti dei carcerieri, poiché non sono capaci di convincere nemmeno il più ingenuo, è chiaro come la ragione così come l’obiettivo di questa condanna nella condanna sia la stessa posizione irriducibile della compagna, quanto il fatto che questa si mostri tramite la negazione dell’umiliazione della perquisizione corporale, come tramite qualsiasi altra maniera. In poche parole, tutti questi giorni che Olga ha passato permanentemente sorvegliata dall’obiettivo di una telecamera, che ostentatamente chiamano “luogo di accoglienza”, non costituiscono nient’altro se non la risposta repressiva dello stato alla sua scelta di mantenere la sua posizione politica e la sua combattività dentro le mura.
Oltre qualsiasi semplificazione sulla vendetta, generale e incerta, dobbiamo tenere presente come ogni pratica repressiva (tanto fuori quanto dentro le mura) si inserisca e sia sfruttata come una parte dell’ampia strategia repressiva del dominio, anche quando non è pianificata deliberatamente. La politica del conflitto multiforme che ha luogo senza sosta nel quadro della guerra sociale, che sia espressa a livello collettivo o individuale, mette in gioco in ogni aspetto di entrambi i lati che si affrontano: il costo politico (o il guadagno) del suo risultato e il precedente che quella crea.
“I sistemi totalitari ricordano il pattinaggio artistico: complicate macchine precise e soprattutto totalmente incerte. Sotto la fragile corteccia dell’ordine si trova l’agguato del ghiacciato caos… ed esistono angoli dove il ghiaccio è ingannevolmente delicato.”
L’ambiente dentro le mura costituisce una bomba ad orologeria senza “blocchi di sicurezza” costantemente pronta ad esplodere. La continua pressione psicologica che dispone ognuno ad un livello particolare proveniente dalla prigionia può – quando non scoppia tra gli stessi prigionieri o quando non si sfoga in maniera autodistruttiva tramite l’eroina e gli psicofarmaci – trasformarsi in una forza distruttiva con risultati per niente desiderati dal potere (le carceri sono state bruciate fin dalla loro fondazione per motivi apparentemente insignificanti). Per il mantenimento del fragile ordine interno a queste condizioni, la tolleranza zero di fronte ad ogni tipo di ribellione è necessaria – naturalmente combinata con i differenti tipi di valvole di sfogo -. In base a questa doppia strategia di controllo e repressione è dove si considera estremamente pericolosa la presenza di persone che non abboccano all’esca né cadono nella trappola e che allo stesso tempo sono decise a provocare una rottura tanto coi meccanismi quanto con le coscienze dentro il carcere.
Coscienze radicali e pratiche di rottura che diffondendosi possono avere come risultato la scintilla che farà saltare in aria l’apparente normalità. Le istituzioni penitenziarie di ogni luogo sanno tutto ciò molto bene per questo sono disposte lì dove possono a scaricare la durezza che dispongono, tenendo come primo obiettivo proprio il simbolismo che trae con sé ogni negazione.
“… i terroristi non devono comunicare tra di loro. Se un terrorista non comunica con nessuno morirà come un pesce sulla terra ferma… se disidrati un terrorista isolandolo dalle sue fonti ideologiche e spirituali allora muore la sua parte rivoluzionaria, cioè il suo lato distruttivo…”
Dagli anni ’70 in poi il regime speciale di isolamento è diventato il metodo tipico per castigare coloro che si oppongono politicamente al dominio. Lottatori di tutti gli spettri del movimento rivoluzionario che provarono sulla propria pelle questa tortura “civilizzata”. Nella maggior parte dei regimi della democrazia borghese, il mantenimento della maschera “democratica”, civilizzata e “umana” costituisce una parte organica dei suoi meccanismi sociali. L’isolamento arrivò come strumento ideale (a causa della sua natura intangibile, che permette di guardare le apparenze, ma anche la sua effettività scientificamente provata per inenarrabili esperimenti militari) per l’eliminazione del suo nemico interno.
Oltre ogni esagerazione, si può dire che l’isolamento costituisce in questo momento una raccolta di pratiche di castighi speciali.
In Grecia i condannati e i membri del 17N sono gli unici che si trovano in questo momento in questo regime di prigionia speciale in maniera permanente. Tuttavia, l’isolamento prolungato per mesi costituiva una pratica che si utilizzava ampiamente nel passato (assieme alle percosse e altri metodi di tortura) con l’obiettivo di condurre i prigionieri ribelli all’estenuazione fisica e mentale. Negli ultimi anni la trasformazione graduale dei metodi di controllo del carcere, con l’introduzione dei cosiddetti “benefici” usati come ricatti e lo stabilimento dell’utilizzazione dell’eroina e psicofarmaci in maniera massiccia ha condotto ad un relativo eclissarsi di queste pratiche.
Il ristabilimento dell’isolamento prolungato negli ultimi tempi costituisce – molto più che una semplice regressione- il presagio di come si prepara il terreno per la creazione di una relativa repressione e di una “condanna personalizzata per garantire l’ordine”, stabilendo il regime di prigionia speciale come una condizione permanente.
Così come non è passato molto tempo dalle proposte dell’allora capo della polizia che tra gli altri si riferivano al trasferimento di tutti i condannati per la legge antiterrorista nella galera speciale che si costruì a Larissa col principale obiettivo di “accogliere” i condannati del 17N
E’ ovvio come il lato del dominio sviluppi costantemente la strategia repressiva di sfruttare la frammentazione del nostro lato ed il clima generalizzato di tensione predominante. Di fronte a questi metodi è necessario mobilizzare le nostre file, mantenendo chiaro l’insieme di obiettivo dei movimenti del nemico. Questa è la creazione del fronte rivoluzionario polimorfo che – lungi da una logica centrata unicamente sull’autodifesa – sarà in posizione per costituire il colpo di grazia al già scosso regime sociale.
“Il negatore non si pente. Se chiederanno, ancora una volta, tornerà a dire di no. E tuttavia starà pagando questo no – il corretto – per tutta la sua vita…”
SOLIDARIETA’ CON OLGA IKONOMIDOU CHE SI TROVA IN ISOLAMENTO DA UN MESE E MEZZO, AFFRONTANDO IL COSTO DELLA SUA IRRIDUCIBILE POSIZIONE.
Rami Syrianos
Carcere di Larissa.
Testo di Rami Syrianos dalla prigione di Larissa in solidarietà con Olga Ikonomidou