En los primeros días de julio del 2010 la gente no hacía otra cosa pensar en la selección uruguaya. En el trabajo, en el centro de estudio y en los puestos de verduras de las esquinas de todos los barrios el tema era la selección uruguaya de fútbol y el mundial.
Los medios de comunicación no hacían otra cosa que informar sobre la táctica que Tabárez utilizaría para los próximos partidos. Todo era pito, matraca y bubuzela, atrás había quedado la noticia de los primeros muertos por hipotermia en la ciudad de Salto… la crónica celeste era lo que primaba.
Pero al inicio de la segunda semana de julio pasó algo que rompió con la alegría del entretenido pueblo. El jueves 8 de julio en la cárcel del departamento de Rocha (unos 250 kilómetros de Montevideo), doce presos murieron calcinados y otros ocho quedaron heridos, tres de ellos muy graves. Esta noticia sorprendió a algunos a otros no tanto ya que la muerte en la cárcel era algo que venía ocurriendo cada vez más y ya para algunos era algo normal, ese algo que es parte del mundo “carcelario” que viven los presos. Ya el 1º de enero de 2009, en el Penal de Libertad (San José) los muertos por quemaduras habían sido dos; el 24 de agosto del mismo año, en el Comcar (Montevideo), cinco presos habían fallecido por el fuego. Pero esta vez la noticia de la muerte en la cárcel de Rocha se hizo impactante porque se dio en medio de la fiesta celeste, del nacionalismo enfermizo que era y es el sentimiento que despierta la pelotita de cuero que gira sobre las canchas. Esta noticia rompió por algunos días la fiesta nacional que el gobierno fomentaba y apoyaba ya que le venía como anillo al dedo para tapar la noticia de 10.724 evacuados en las inundaciones que se producían a los márgenes del río Negro y el río Uruguay y que habían causado más de cinco muertos.
De la muerte de los presos de Rocha nos enteramos de pura suerte. Un preso que se encontraba en el mismo pabellón donde se produjo lo que después nos enteramos que fue un asesinato, tenía en su poder un celular con el cual grabó segundo a segundo las imágenes de cómo se morían en llamas estas cinco personas. Se ve en este video la desesperación y la impotencia ante la muerte que acecha a sus compañeros .Se escucha en el video los gritos desgarradores que claman por el rescate que nunca llegó.
Ningún guardia-cárcel-torturador abre los cerrojos, ninguna autoridad presente en el lugar. Los bomberos que se demoran.
El video es una prueba demoledora contra el Estado y un acto criminal de la violación de los derechos humanos (algo que es moneda corriente).
Según las fuentes más confiables el siniestro ocurrió en la madrugada, cuando un calefactor de fabricación casera (para abrigarse del frío invernal) tomó contacto con las frazadas y mantas que se utilizaban como paredes o mamparas para separar un bloque de otro en el sector Nº 2 del establecimiento carcelario. En “pocos minutos” el fuego había consumido las camas de madera, los colchones de polifón, los recipientes de plástico. Esta situación deja doce presos muertos y ocho heridos. “Los cuerpos calcinados de cuatro presos fueron encontrados en el baño, cuando intentaban escapar de las llamas por la ventana. Los ocho que salvaron su vida lo consiguieron porque abrieron las canillas y se pusieron debajo del agua”. En el lugar había dos extintores de fuego como prevención de un incendio… pero ninguno estaba cargado. Entre 2009 y la fecha en que se produjeron las muertes en la cárcel de Rocha, ya habían muerto 29 presos y presas por distintas “causas”. Mientras esta situación de tragedia se producía los políticos discutían en el senado la creación de la “Ley de Emergencia Carcelaria” que preveía la humanización de las cárceles y escuchábamos decir al mal nacido de Mujica: “mis disculpas a los familiares” y al Ministro del interior Bonomi: “la culpa es por la sobrepoblación carcelaria”.
El Estado y todo su engranaje político son los responsables de las muertes de estos individuos.
No más cárceles físicas.
No más cárceles mentales.
No más indiferencia.
Destruyamos los muros de esta realidad de mierda.