Si te gustó el colegio, te encantará el trabajo.
El abuso de poder, cruel y absurdo, la solazada autoridad ejercida por
los profesores y el equipo directivo, la intimidación y las burlas
de los compañeros no se acaban con la graduación.
Todas estas alegrías continúan en el mundo adulto,
sólo que amplificadas, si cabe.
Si sentiste cierta falta de libertad, imagínate cuando
tengas que hacer frente a jefazos, jefecillos y subordinados,
dueños y propietarios, acreedores, prestamistas y recaudado-
res de impuestos, alcaldes, militares, jueces, fiscales y policías.
Cuando uno sale del colegio escapa de la jurisdicción de cier-
tas autoridades pero entra en un terreno de dominación aún
más agobiante. ¿A quién le gusta ser controlado y vigilado por
personas que no le entienden ni se preocupan por sus deseos
ni necesidades? ¿Qué recompensa se obtiene de obedecer a las
instrucciones del patrón, a las restricciones del casero, a las le-
yes de los magistrados y, en fin, a toda esa gente que tiene poder
sobre nuestras vidas sin que nosotros nunca se lo diéramos?
¿De dónde obtienen tanto poder al fin y al cabo?
Sólo hay una respuesta: la jerarquía.
El texto es un extracto de “Days of war, nights of love”.