Tecnología y lucha de clases [Willful Disobedience]

La explotación no sólo continúa, sino que se ha intensificado nítidamente después de la nueva tecnología. La Cibernética ha permitido la descentralización de la producción, extendiendo pequeñas unidades de producción a lo largo del terreno social. La automación ha reducido drásticamente el número de trabajador@s de producción necesari@s para un proceso de manufacturación particular. La cibernética además crea métodos para hacer dinero sin producir nada real, por tanto permitiendo al capital expandirse sin el coste del trabajo.

Además, las nuevas tecnologías requieren un conocimiento especializado que no está al alcance de la mayoría de la gente. Este conocimiento ha llegado a ser la verdadera riqueza de la clase dominante en la presente era. Bajo el viejo sistema industrial, uno podía ver la lucha de clases como la lucha entre l@s trabajador@s y l@s propietari@s  por los medios de producción. Esto ya no tiene sentido. A medida que la nueva tecnología avanza, l@s explotad@s se encuentran empujados a unas posiciones cada vez más precarias. El viejo puesto cualificado en la fábrica de toda la vida  ha sido reemplazado por trabajo por día, trabajos del sector servicio, trabajo temporal, desempleo, el mercado negro, ilegalidad, vagabundeo y prisión. Esta precariedad garantiza que el muro creado por la nueva tecnología entre l@s explotador@s y l@s explotad@s permanezca sin una brecha.

Pero la naturaleza de la tecnología misma la sitúa fuera del alcance de l@s explotad@s. El más temprano desarrollo industrial tenía sus esfuerzos centrados en la invención de técnicas para la manufacturación masiva de bienes estandarizados a bajo costo para un alto beneficio. Estos nuevos desarrollos tecnológicos no están tan dirigidos a la manufacturación de bienes como al desarrollo de medios para el control social cada vez mas a fondo y de forma más generalizada, y para sacar beneficios de la producción. La industria nuclear no solo requiere  conocimiento especializado, sino también altos niveles de seguridad que sitúan su desarrollo directamente bajo el control del estado y da lugar a una estructura militar en su mantenimiento, con su extrema utilidad para el ejército.

La capacidad tecnológica de la Cibernética para procesar, grabar, reunir y enviar la información casi al instante sirve a las necesidades del estado de documentar y observar a sus súbditos además de su necesidad de reducir el conocimiento real de aquell@s a l@s que gobierna a bits de information-data-hoping, por tanto, de reducir el potencial real de entendimiento de l@s explotad@s. La Biotecnología proporciona al Estado el control capital sobre los más fundamentales procesos de la vida misma – permitiéndoles decidir que tipo de plantas, animales y -con el tiempo – incluso seres humanos pueden existir.

Debido a que estas tecnologías requieren un conocimiento especializado, y se han desarrollado con el propósito de incrementar el control de l@s am@s sobre el resto de la humanidad en nuestras vidas diarias, la clase explotada puede ahora ser mejor comprendida como aquell@s excluid@s de este conocimiento especializado y así de la participación real en el funcionamiento del poder. La clase dominante está, por lo tanto, constituida por aquell@s que participan en el funcionamiento del poder y el uso real del conocimiento tecnológico especializado. Por supuesto éstos son procesos en curso, y los límites entre l@s incluid@sy l@s excluid@s  pueden, en algunos casos, ser escurridizos mientras un creciente número de personas se ha proletarizado – perdiendo la capacidad que pudieran haber tenido de decisión sobre sus propias condiciones de existencia.

Es importante señalar que aunque esas nuevas tecnologías están pensadas para dar a l@s am@s el control sobre l@s excluid@s y sobre la riqueza material de la Tierra, ellas mismas están más allá de cualquier control de los seres humanos. Su inmensidad y la especialización que requieren se combinan con la imprevisibilidad de los materiales con que están constituidos -partículas atómicas y sub-atómicas, ondas de luz, genes y cromosomas, etc.- para garantizar que ningún ser humano por si solo pueda entender completamente como funcionan. Esto añade un aspecto tecnológico a la ya existente precariedad económica que la mayoría de nosotr@s sufrimos. Sin embargo, esta amenaza del desastre tecnológico más allá del control de cualquiera también sirve al poder para controlar a l@s explotad@s- el temor a más Chernobils, monstruos diseñados genéticamente o escapes de enfermedades fabricadas en laboratorios, etc., mueve a la gente a aceptar el mandato de  l@s llamad@s expert@s, quienes han demostrado sus propios limites una y otra vez. Además, el Estado -que es responsable de cada uno de esos desarrollos tecnológicos por medio de su aparato militar –puede presentarse a sí mismo como un seguro contra el desenfrenado abuso corporativo de esta tecnología. Así este monstruoso, pesado, e incontrolable juggernaut sirve muy bien a  l@s explotador@s en mantener su control sobre el resto de la población. ¿Y que necesidad tienen ell@s de preocuparse sobre los posibles desastres, cuando su riqueza y poder les ha provisto con toda certeza de planes de emergencia para su propia protección?

Así pues, la nueva tecnología y las nuevas condiciones de exclusión y precariedad que impone a l@s explotad@s debilita el viejo sueño de la expropiación de los medios de producción. Esta tecnología -controladora y fuera de control- no puede servir a ningún propósito realmente humano y no tiene lugar en el desarrollo de un mundo de individuos libres para crear sus vidas como deseen. Así que las utopías ilusorias de l@s sindicalistas y marxistas no nos son útiles ahora. ¿Pero lo fueron alguna vez? Los nuevos desarrollos tecnológicos se centran específicamente hacia el control, pero todo el desarrollo industrial ha tenido en cuenta la necesidad de controlar a l@s explotad@s.

La fábrica fue creada con el fin de poner a l@s productor@s bajo un techo para regular mejor sus actividades; la línea de producción mecanizó esta regulación; cada nuevo avance tecnológico en el funcionamiento de la fábrica puso el tiempo y los movimientos del trabajador aún más bajo control. Por tanto, la idea deque l@s trabajador@s podrían liberarse a si mism@s tomando los medios de producción ha sido siempre un espejismo. Era un espejismo comprensible cuando los procesos tecnológicos tenían la manufactura de bienes como su objetivo primario. Ahora que su objetivo principal es tan claramente el control  social, la naturaleza de nuestra lucha real debería estar clara: la destrucción de todos los sistemas de control – por tanto del Estado, el capital y su sistema tecnológico, el fin de nuestra condición proletarizada y la creación de nosotr@s mism@s como individuos libres capaces de determinar como viviremos. Contra esta tecnología nuestra mejor arma es la que l@s explotad@s han usado desde el principio de la era industrial: el sabotaje.

 

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